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Manuel Carreiras |
Un estudio reciente llevado a cabo por el doctor Manuel
Carreiras del Basque Center on Cognition Brain and Language sugiere
que leer nos hace más inteligentes.
Mientras lees estas líneas, tres áreas de la corteza
exterior de tu cerebro trabajan: el lóbulo frontal, encargado de
procesar las imágenes; el lóbulo occipital, encargado de asociar los símbolos
que percibimos (las letras) con un significado, y finalmente el lóbulo
temporal, cuya tarea es hacer una equivalencia fonográfica de lo leído como si
escucháramos un discurso o leyéramos en voz alta.
Carreiras realizó un estudio entre ex guerrilleros
colombianos como parte de un programa de alfabetización para
reincorporarlos a la sociedad.
Al comparar los cerebros de los adultos antes y después de
cursar dicho programa el resultado fue contundente: las personas alfabetizadas
mostraron un incremento importante en la materia gris (la densidad neuronal) y
en la materia blanca (encargada de conectar los dos hemisferios del cerebro).
Ambas áreas del cerebro están relacionadas con el
procesamiento visual, fonológico y semántico que son las tres áreas de
especialidad en las que el cerebro distribuye la tarea de leer.
Leer también nos vuelve más veloces de mente y permite
que nuestra experiencia sensorial sea más rica y amplia.
El doctor Jeff Zacks, investigador de la Universidad
de Washington, concluyó que para procesar las palabras captadas por el ojo, el
cerebro realiza una simulación, valiéndose de experiencias que ha adquirido
previamente.
Sin embargo, ni el estudio de Carreiras ni el de Zacks
arrojan luz sobre los valores culturales que la lectura trae consigo.
Esto significa que, hasta el momento, no hay algún indicador
que permita afirmar que leer Cien años de soledad es más relevante
que leer la Sección Amarilla.
El proceso de interpretación de las palabras
El cerebro divide la mayoría de las actividades que realiza
en tareas más sencillas y asigna cada una de ellas a regiones especializadas.
Al observar una palabra en papel, el cerebro hace una
captación visual de una yuxtaposición de luces y sombras. Al mismo tiempo se
crea una representación fonológica de la palabra que estamos leyendo (por eso
leer en voz alta es más efectivo, porque genera imágenes más sólidas) y realiza
una búsqueda exhaustiva entre todos los elementos almacenados en la memoria
para dotar a la palabra leída con un significado.
De acuerdo con un estudio realizado en la Universidad
de Cambridge, en Reino Unido, si una palabra, o un conjunto de palabras, suele
estar acompañado por una serie de estímulos no lingüísticos (un
sonido, un olor, una sensación), cada vez que nuestro cerebro perciba esta
palabra estimulará las áreas encargadas de procesar el estímulo no lingüístico
(o la acción real) con el que asociamos dicha palabra.
Dicho de otro modo, cuando leemos la palabra “canela” o
“perfume”, nuestro cerebro activa la corteza olfativa primaria, que incluye la
amígdala cerebral y el lóbulo piriforme. Esta parte del cerebro es la que
utilizamos para captar olores en la vida real.
“Solemos pensar que la realidad virtual es algo que
involucra computadoras, cascos y dispositivos extravagantes pero, en un sentido
bastante serio, contarnos historias a través de la escritura y la lectura, es
una forma de realidad virtual”, dice Zacks.
Además, la lectura tiene un carácter generativo: “al leer
adquirimos experiencias virtuales que después pueden formar la base para
asimilar otras experiencias y otras lecturas”, comenta Zacks.
Al acompañar a Robinson Crusoe en su naufragio, al viajar a
Comala de la mano de Juan Preciado en busca de su padre, Pedro Páramo, o bien,
al luchar contra la invasión de marcianos de H. G. Wells en "La guerra de
los mundos" estamos enriqueciendo el acervo mental y neuronal de nuestro
cerebro para poder procesar otras experiencias y multiplicando nuestra vida por
la de aquellos seres imaginarios que pueblan la historia de la literatura.
FUENTE: CNN Mexico
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