Era un día gris, ya no se escuchaban voces. El estudiante se
había convertido en una mera mercancía, en la que no importaba su persona sino
los beneficios que producía. Era como si aquel lugar, que antes le protegía y
le guiaba, se hubiera esfumado. Se parecía más a una vieja fábrica con seres autómatas
y sin criterio propio.
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