Eso quiere Luigi Serafini (Roma, 1949) que sienta el lector cuando se enfrenta a su obra fundamental, el Codex Seraphinianus. El libro que ha hecho méritos sobrados para ser etiquetado como el más raro del mundo es un volumen extraordinario e inquietante. Sus más de 350 páginas escritas en un lenguaje imaginario con una grafía inventada intercalan imágenes de seres imposibles, máquinas complicadísimas y absurdas, metamorfosis delirantes... Hay frutas que sangran, árboles que nadan, huevos derretidos, polvos-caimán, civilizaciones locas, peces con escafandra...
En fin, un desbarre. Muchas veces ha dicho Serafini que su propósito era generar en el lector una emoción infantil, como la que sentíamos todos cuando, de niños, sin saber aún leer, hojeábamos obras enciclopédicas de sentido entonces inaccesible. Suele proclamar el autor que con su Codex quiere volvernos a todos analfabetos.
Pero cuidado. Quienes ya estén torciendo el morro, aprestándose a tildar de farsante al bueno de Luigi y clamando que hoy en día cualquier mierda es considerada arte deben saber que este clásico lleva más de tres décadas cautivando a todo aquel que se le aproxima. Serafini creó el Codex a finales de los setenta. Durante dos años y medio se encerró en su piso romano y dio rienda suelta a su imaginación, creando un mundo lisérgico, algo que muchos han calificado como una enciclopedia alienígena donde resulta más que evidente la influencia surrealista.
FUENTE: EL CORREO
No hay comentarios:
Publicar un comentario